Maruja Mallo, en la generación del 27, fue una gran pintora que fuera de España se codeó con personajes de la talla de Andy Warhol y sin embargo en nuestro país fue rechaza, ignorada, silenciada.
El verdadero nombre de Maruja Mallo, era Ana María Gómez Gonzalez, que fue la cuarta hija de los catorce que tuvo el matrimonio formado por el madrileño Justo Gómez Mallo (funcionario del Cuerpo de Aduanas) y María del Pilar González Lorenzo mayor del escultor Cristino Mallo (nacido en Tuy en 1905). Ambos hermanos utilizaron el segundo apellido de su padre.
Debido al trabajo de su padre la familia se trasladaba con frecuencia y, por ello, después del nacimiento de su hermano, la familia se trasladó a Avilés, donde permanecen desde 1913 hasta 1922. De esta manera, Maruja comenzó su formación en la Escuela de Artes y Oficios y en estudios particulares. Allí trabó amistad con el pintor avilesino Luis Bayón, quien años más tarde también acabaría en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y después tomaría rumbo a París.
En 1922, con veinte años, y en un nuevo traslado de la familia a Madrid, entra a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando donde estuvo hasta 1926, como también hizo su hermano Cristino desde 1923, mientras asistían también a la Academia Libre de Julio Moisés.
En 1927, año en que muere su madre, toma parte activa en la primera Escuela de Vallecas, una propuesta 'plástico-poética' del escultor Alberto y el pintor Benjamín Palencia.
Durante esa década de 1920 trabaja asimismo para numerosas publicaciones literarias como La Gaceta Literaria, El Almanaque Literario o la Revista de Occidente y realiza portadas de varios libros. Ortega y Gasset conoce sus cuadros en 1928 y le organiza su primera exposición en los salones de la Revista de Occidente, la cual obtuvo un gran éxito.
Exhibió diez óleos que representaban poblados llenos de sol, toreros y manolas, así como estampas coloreadas de maquinaria, deportes y cine de principios de siglo. La exposición fue todo un acontecimiento cultural en Madrid, y también punto de partida para que Maruja fuera juzgada por su obra y no por su condición femenina. En esta época la pintura de Maruja seguía la línea de la nueva objetividad o realismo mágico presentada por Franz Roh en 1925.
En Vivero, su ciudad natal, está prevista la construcción de un museo permanente y un centro de estudios de su obra. Además, una avenida lleva su nombre en el distrito de Hortaleza, Madrid. Asimismo en la ciudad de Almería se encuentra una calle con su nombre,en la ciudad de Estepona, Málaga, tiene dedicado un pasaje, el más fotografiado de la ciudad por su belleza y en la ciudad Mérida, Badajoz.
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