Me levanté una mañana y me fui a comer una manzana. De repente, empecé a verlo todo más grande. Cada vez mas hasta que lo llegué a ver todo gigante. Comencé a correr y a correr para subirme a la mesa, coger el teléfono y llamar a mi madre para avisarla de lo que me estaba pasando. Conseguí subir a la mesa pero al tener una voz tan flojita no me escuchaba. Entonces pensé que en la habitación de arriba, en el cuarto de mi hermano pequeño, había un altavoz por el que podía hablar y se escuchaba muy fuerte. Entonces decidi ir hasta la habitación de arriba. Lo que sabía que habrían muchos obstáculos: la escalera, abrir la puerta con la maneta y esquivar a la perra Luna.
Me puse de camino. Conté las escaleras y había 15 escalones que subir...Tras un largo esfuerzo, estaba por la penúltima escalera...Al fin, llegué ¡arriba!. Comencé a caminar despacio, cuidadosamente, para que el perro no me oyera ya que los perros tienen los sentidos más agudizados. Iba caminando y al fin llegué a la puerta. Comencé a pensar en cómo podía llegar a la maneta de la puerta para abrirla. Entonces es cuando vi el mueble que estaba prácticamente al lado de la maneta. Sólo tenía que dar un salto. Subí por los cajones que estaban medio abiertos y cuando llegué arriba del todo me preparé para dar un salto. Entonces dije a la de tres... una, dos, y..., ¡tres! Salté de un buen bote y conseguí llegar a la maneta y abrirla. Cuando estaba dentro, pensé en lo que tenía que hacer. Busqué el altavoz. Estaba junto al teléfono en el mueble. Ahora sólo tenía que pensar cómo llegar al mueble. Entonces es cuando vi en la caja de juguetes de mi hermano pequeño, que estaba toda tirada por el suelo, como una cuerda con un gancho. Fui corriendo a cogerla. Cuando la tuve entre las manos, fui a ponerme debajo del mueble y empecé a tirarla hacia arriba hasta que el gancho se enganchó. Comencé a subir por la cuerda y cuando al fin llegué arriba... ¡Me desperté! Y todo había sido un sueño.Alba Sánchez Díaz
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