miércoles, 18 de febrero de 2009

El magdaleno



Un día de verano, de madrugada, tuve un sueño y no podía dormir. Me levanté a las 7.30 de la mañana más o menos aunque no me acuerdo bien. Me dio tiempo a ducharme y a afeitarme.
Más tarde mi madre me llamó para desayunar. La vi un poco extraña porque me miraba raro pero no le di importancia. Me sacó del cajón de la comida unas madalenas. No las había visto nunca a lo que le pregunté a mi madre que de dónde las había sacado. Ella me respondió que eran de la nueva tienda de al lado de casa. Me paré un momento a mirar las madalenas que eran marrones con puntos azules y un poco de polvo rojo por encima. Hmm, hmm ¡qué hambre!. No me lo pensé dos veces y en menos de un segundo ya no había madalenas. De repente me entró sueño otra vez. Era una sensación extraña que nunca había sentido. Al levantarme, me sentí más ligero. No sé, noté algo raro. Me miré al espejo y no veía nada. Creo que sería porque ¡¡HABÍA ENCOGIDO!!!! ¡Qué desastre! Pasé de medir 1,78 a medir 1,10. Era increíble. No me lo podía creer, pero ahí no acababa todo. Me asomé a la ventana y ya no vivía en Guttebarg. Era una nueva ciudad. Todo era nuevo para mí. La gente era igual de pequeña que yo. Salí a la calle a descubrir lo que me había pasado. Lo más increíble es que la gente me miraba más que nadie cuando yo pensaba que era igual que todo el mundo. Me dirigí por la calle más grande de toda la ciudad hasta parar al ayuntamiento. Era muy moderno, muy grande como todo en aquella ciudad. Seguí caminando hasta llegar a la puerta. Me paré y le pregunté a la recepcionista en qué siglo estábamos y me dijo que en el XIX. Me quedé muy sorprendido porque estaba en el pasado pero todo era más moderno. Eso me dejó muy consternado y le pregunté que quién era el alcalde. La recepcionista me dijo que se llamaba Isabel García. Me quedé muy sorprendido porque había dicho el nombre de mi madre. Desde ese momento mi vida cambió. lo que hizo que me derrumbara inmediatamente. Me había desmayado y estaba todo cambiado. Cuando me desperté, estaba en mi casa, en mi cama y con sueño. Todo había empezado de nuevo y con la esperanza de que no volviera a pasar lo mismo.



Fin

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