lunes, 4 de noviembre de 2019

Aquella imagen se quedó grabada en mi subconsciente. Era quizás la imagen más terrorífica y escalofriante que mis ojos jamás habían visto. Mi madre cayó al suelo soltando un grito realmente espeluznante, y no me extrañaba. Mis ojos estaban inundados por unas espesas lágrimas que poco a poco recorrían mis cálidas mejillas. Clara, al contrario, se le notaba demasiado calmada, como si el hecho de ver a papá en dicho estado no le afectara lo más mínimo. No mostraba ningún tipo de expresión facial. Y eso en cierto modo, era igual de terrorífico que las circustancias en las que mi padre fué brutalmente asesinado. Mi mente no paraba de torturarse en busca de una respuesta. Ansiaba con todas mis fuerzas una señal, una pista de lo que pudo suceder aquella noche. La casa se inundó de policías e investigadores, cerrando así y prohibiendo por completo el acceso al despacho de mi padre, el lugar de los hechos. Los días transcurrían, y con ellos, mis ansias de hallar respuestas a mis tantas preguntas. ¿Quién lo hizo? ¿podría realmente haber sido el hombre de la arena, que en realidad era Coppelins? ¿si hubiera sido él, que motivo lo empujaría a cometer un acto tan atroz? Era imposible no plantearme aquellas dudas. Pero dentro de poco habría dejado de torturarme, porqué al fin después de varias semanas, habría conseguido las respuestas a todas aquellas preguntas que constantemente me hacía a mi mismo. Durante aquellas semanas, me dediqué a escuchar las conversaciones de los investigadores, lo que no me aportaban nada, ya que ninguna de sus teorías tenían ningún tipo de sentido. No solamente estuve pendiente de ellos, mi madre y Clara estában en el punto de mira también. Mamá estaba destrozada, podía notarlo con tan solo hacer contacto visual con ella. Pero el comportamiento de Clara realmente me tenía muy asombrado, por lo qué empecé a creer que ocultaba algo. Un día decidí seguirla para así quizás encontrar pistas que me ayudaran a calmar  los fantasmas de mi mente. Se adentró al bosque más cercano de casa, y al profundizar en el, sus pies se detuvieron frente a una cabaña en muy mal estado. No entendía lo que estaba ocurriendo, en un abrir y cerrar los ojos Clara salió de mi campo de vista, y supuse que se debía a que había entrado en dicha cabaña, así que me dirigí hacia ella. Me detuve enfrente de la puerta, y con un suspiro la abrí. Clara estaba tumbada en el suelo boca abajo, me acerqué lentamente a ella, y con cautela de no hacerle daño, la giré de modo que estuviera boca arriba. No lo podía creer. Su expresión era de mucho terror, y algo en ella faltaba. Sus ojos. La puerta de la cabaña se cerró de golpe. Y ahí pude ver a una figura alta, con forma de humanoide y cara totalmente desfigurada que poco a poco se iba acercando a mí, de tal forma que acabó en frente de mí. Se acercó a mi oído, y en un susurro me dijo: Tu padre debió dormir. ¿tu dormirás?

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