Un día cuando me levanté y me miré al espejo, vi que me había convertido en una diminuta galleta que era casi imposible de ver.
Estaba sola en casa. Era sábado por la mañana y no me podía creer que mi cuerpo estuviera cambiado y que me hubiera convertido en una simple y pequeña galleta.
Resultaba imposible de verme.
Todo me parecía muy grande y me daba mucho miedo.
Estaba mi perro en la casa y no paraba de olerme y seguirme a todo lugar que me movía.
Finalmente, me comió y fui viajando por su boca, garganta, pulmones hasta llegar al estómago. Allí me quedé durante más de 3 horas.
No sabía lo que hacer. Sólo me sentía atrapada en el estómago de un perro que después de 3 horas me vomitó. Finalmente, volví al baño, de donde me había empezado a pasar todo, y volví a mi cuerpo normal y corriente.
Dámaris
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