viernes, 11 de diciembre de 2015

Voodoo Doll

El mundo de los muñecos de voodoo es algo complicado... A parte de las agujas que nos suelen clavar, lo más importante para nosotros es nuestro corazón rojo y alegre que nos da las fuerzas para soportar el dolor cada vez que nos atraviesan con barras afiladas de odio. Nunca he tenido un nombre, nunca he tenido un amo. Ciertamente, una parte de mí se siente vacía, aunque, aún sigo teniendo mi corazón rojo y eso debería alegrarme.


Recuerdo que después de pensar esto, me encontré con ella. Estaba perdida, no sabía tampoco su nombre y, como no, tampoco tenía un amo. Llevaba una melena que le llegaba hasta los tobillos, negra, como sus ojos. Me encantaba su vestido azul celeste y... Espera, ¿Qué? ¿Dónde está su corazón? Tiene un vacío negro, ¡se la ve muy triste!

Ella estaba observando el suelo, tenía una mirada muy apagada, pero, a pesar de ello me hacía sentir completo. Una sensación extraña me recorría por todas mis costuras, sentí como mi algodón se había puesto más blanco a pesar de los años que llevaba ya dentro de mí. Sólo me salió estas preguntas cuando ella puso su atención en mí.

"¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás tan triste? ¿Qué le ha ocurrido a tu lindo corazón?" Ella me miró muy desconsolada y sólo articuló una palabra: Amor. "Un día te enamoras, te pide lo más importante para ti, se lo das y desaparece. Luego te pierdes, lloras... Y, te encuentras con extraños." Me miró un poco desconfiada y volvió a dirigir sus ojos hacia el suelo. Quiso seguir su camino pero no la dejé, quería ayudarla, quería hablar con ella.
 
Después de mucho negociar, pude seguir viéndola.
La iba a ver en la pared de la esquina donde se solía clavar. A veces, cuando se sentía mal y necesitaba un abrazo, le gustaba sentarse en una mesa de madera al lado de las escaleras de aquella casa porlvorienta. Ella también me venía a ver de vez en cuando, yo estaba en el piso de arriba y a ella le costaba subir los escalones de dicha escalera en forma de espiral.


Muchos de sus llantos los conseguía convertir en sonrisas. Me decía que aunque no tuviese corazón se sentía completa conmigo, cuando me abrazaba sentía como todas mis costuras se apretaban y me hacían sentir más joven, inocente, y por lo tanto me sentía el muñeco más afortunado del mundo a pesar de que mi creación fue para hacer daño. Ella y yo éramos inseparables. Y, entonces, me lo planteé.
Ella era desgraciada porque no tenía un corazón rojo. Se miraba el vacío que tenía en medio del pecho y se sentía deprimida. Recordaba aquella historia de su vida que tanto le atormentaba, así que quise arreglarlo. Me sentí muy mal en el momento en el que me lo descosí. Sentí una presión muy fuerte y un dolor intenso, luego, la recordé y pensé que lo había hecho por ella. Mis dolores se desvanecían. La fui a buscar y simplemente se lo di.


Ella se quedó impresionada. Puso su mano en su boca y se quedó callada durante un tiempo. Su otra mano temblaba, estaba dubitativa entre cogerlo y volvermelo a coser. Ella sabía que era algo inmenso lo que había hecho pero yo le cogí de la mano y le dije que ella era mi corazón, que la necesitaba, que no me iba a ir nunca y que me sentía completo cuando estaba con ella. Le dije que no quería verla triste, que no quería que sufriera más y que cuando viera ese antiguo vacío en su interior lleno de color rojo, que no recordase a aquel otro muñeco, sino a mí, a nosotros dos. Agarré una aguja y hilo de su color favorito y entonces le cosí mis sentimientos. Entonces, ella me deslumbró con la sonrisa más sincera que había visto desde que la conocí y me abrazó fuerte, me miró y me dio las gracias de la forma más dulce que se le ocurrió. En ese momento pude decir que era realmente feliz. Feliz por haberla conocido y haberle demostrado lo que sentía por ella.


Supongo que valió la pena haberle regalado aquello que al principio pensé que era lo único que tenía. Le hice ver que el amor no es malo, que no es algo negativo sino algo muy bonito si encuentras al muñeco indicado. Le hice ver que era especial y única a mis ojos, que era mi muñeca y la única capaz de ocupar mi vacío. Ahora sé que hay algo más valioso que aquello que nos enseñan a amar una vez existimos. Después de aquello, nos sentamos los dos en la mesa donde pasó todo y decidimos ponernos un nombre. Ella ahora se llama Sweet Heartless (Dulce Sincorazón) y a mí me ha puesto el nombre de Voodoo Doll (Muñeco de Voodoo).



Voodoo Doll.

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