Voodoo
Doll
El
mundo de los muñecos de voodoo es algo complicado... A parte de las
agujas que nos suelen clavar, lo más importante para nosotros es
nuestro corazón rojo y alegre que nos da las fuerzas para soportar
el dolor cada vez que nos atraviesan con barras afiladas de odio.
Nunca he tenido un nombre, nunca he tenido un amo. Ciertamente, una
parte de mí se siente vacía, aunque, aún sigo teniendo mi corazón
rojo y eso debería alegrarme.
Recuerdo
que después de pensar esto, me encontré con ella. Estaba perdida,
no sabía tampoco su nombre y, como no, tampoco tenía un amo.
Llevaba una melena que le llegaba hasta los tobillos, negra, como sus
ojos. Me encantaba su vestido azul celeste y... Espera, ¿Qué?
¿Dónde está su corazón? Tiene un vacío negro, ¡se la ve muy
triste!
Ella
estaba observando el suelo, tenía una mirada muy apagada, pero, a
pesar de ello me hacía sentir completo. Una sensación extraña me
recorría por todas mis costuras, sentí
como mi algodón se había puesto más blanco a pesar de los años
que llevaba ya dentro de mí. Sólo me salió estas preguntas cuando
ella puso su atención en mí.
Después
de mucho negociar, pude seguir viéndola.
La
iba a ver en la pared de la esquina donde se solía clavar. A veces,
cuando se sentía mal y necesitaba un abrazo, le gustaba sentarse en
una mesa de madera al lado de las escaleras de aquella casa
porlvorienta. Ella también me venía a ver de vez en cuando, yo
estaba en el piso de arriba y a ella le costaba subir los escalones
de dicha escalera en forma de espiral.
Muchos
de sus llantos los conseguía convertir en sonrisas. Me decía que
aunque no tuviese corazón se sentía completa conmigo, cuando me
abrazaba sentía como todas mis costuras se apretaban y me hacían
sentir más joven, inocente, y por lo tanto me sentía el muñeco más
afortunado del mundo a pesar de que mi creación fue para hacer daño.
Ella y yo éramos inseparables. Y, entonces, me lo planteé.
Ella
era desgraciada porque no tenía un corazón rojo. Se miraba el vacío
que tenía en medio del pecho y se sentía deprimida. Recordaba
aquella historia de su vida que tanto le atormentaba, así que quise
arreglarlo. Me sentí muy mal en el momento en el que me lo descosí.
Sentí una presión muy fuerte y un dolor intenso, luego, la recordé
y pensé que lo había hecho por ella. Mis dolores se desvanecían.
La fui a buscar y simplemente se lo di.
Ella
se quedó impresionada. Puso su mano en su boca y se quedó callada
durante un tiempo. Su otra mano temblaba, estaba dubitativa entre
cogerlo y volvermelo a coser. Ella sabía que era algo inmenso lo que
había hecho pero yo le cogí de la mano y le dije que ella era mi
corazón, que la necesitaba, que no me iba a ir nunca y que me sentía
completo cuando estaba con ella. Le dije que no quería verla triste,
que no quería que sufriera más y que cuando viera ese antiguo vacío
en su interior lleno de color rojo, que no recordase a aquel otro
muñeco, sino a mí, a nosotros dos. Agarré una aguja y hilo de su
color favorito y entonces le cosí mis sentimientos. Entonces, ella
me deslumbró con la sonrisa más sincera que había visto desde que
la conocí y me abrazó fuerte, me miró y me dio las gracias de la
forma más dulce que se le ocurrió. En ese momento pude decir que
era realmente feliz. Feliz por haberla conocido y haberle demostrado
lo que sentía por ella.
Supongo
que valió la pena haberle regalado aquello que al principio pensé
que era lo único que tenía. Le hice ver que el amor no es malo, que
no es algo negativo sino algo muy bonito si encuentras al muñeco
indicado. Le hice ver que era especial y única a mis ojos, que era
mi muñeca y la única capaz de ocupar mi vacío. Ahora sé que hay
algo más valioso que aquello que nos enseñan a amar una vez
existimos. Después de aquello, nos sentamos los dos en la mesa donde
pasó todo y decidimos ponernos un nombre. Ella ahora se llama Sweet
Heartless (Dulce Sincorazón) y a mí me ha puesto el nombre de
Voodoo Doll (Muñeco de Voodoo).
Voodoo
Doll.
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