No me lo puedo creer... Después de estar horas y horas dando vueltas en esas largas calles de Nueva York, viendo carritos de helados, carritos de perritos calientes, miles de carteles luminosos y gente que anda sin rumbo, llego a un punto donde algo me impide ver los rayos de sol. Pensé que ,de repente, se había puesto una nube justo delante de esa gran bola de fuego. Cuando decido alzar la vista para ver qué es lo que ocurría, veo ese gran edificio. "¡Que increíble es esto!" pienso. En ese momento se me olvida todo ese gentío que me rodeaba y el ruido de los coches pitando por la acumulación de tráfico que había. Más tarde, cuando decidí cruzar la calle enseguida me situé debajo de este edificio y alcé la mirada hacia arriba, hasta que la molestia luz solar me lo impidió.
Entré y me quedé paralizado. La verdad es que, más que paralizado, decepcionado. Todo lo que yo me esperaba que fuera un universo de figuras bonitas, largos pasillos y techos deslumbrantes, se había convertido en unas salas con carteles de oferta de muebles y objetos algo viejos. Al parecer era un rastrillo con objetos utilizados de gente que no los quería. Toda esa emoción que sentí cuando vi ese rascacielos ya no estaba. Desde entonces ni siquiera quise subir los demás pisos porque me llevaba más desilusiones que ilusiones. Preferí quedarme con la duda de qué era lo que ocupaba los demás pisos. Y es que... ¡¡¡¡No es oro todo lo que reluce!!!
3 comentarios:
Siempre me sorprendes Desi. Enhorabuena por tu capacidad creativa y por tu buena expresión escrita.
¡Gracias profe! Hay días que tengo bastante inspiración jeje
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