Éste soy yo, el protagonista de esta historia. Hablo de mí.
Físicamente, era un niño de medida media, ojos ausentes y oscuros, y rostro impenetrable adornado por tristeza en algunas ocasiones. Pero personalmente era distante al mundo, como si el exterior no me mereciera. Andaba cabizbajo sin hacer caso a mi alrededor.
El motivo de ésto es que era obeso. Desde pequeño había sufrido ese problema y la inseguridad en mí mismo me había tener miedo a relacionarme con la gente y mostrarme tal y como soy por el exterior tan materialista que me envolvía. Por eso, era un chico bastante solitario. En mi mundo sólo estaba yo.
Pero dentro de mi, existía un ser facilmente vulnerable pero a la vez optimista y sabía sobrellevarlo. Día a día esperaba a que las horas pasaran, y no había noche en la que no pensara en mi obesidad mientras la soledad me abrazaba y caía en un oyo sin fondo y dormía hasta el dia siguiente.
Referente a mi carrera académica, hacia tres años que no estudiaba. El único título que tenia era la ESO. Mi sueño era ser policía, me interesaba muchísimo y siempre me había gustado. Pero no estaba preparado físicamente. Eso era algo que me desanimaba a la hora de ponerme a estudiar.
Tenía diecinueve años y mis padres estaban empezando a agoviarse al ver que mi único trabajo era estar en el ordenador y escuchar música. Se inquietaban al ver que los hijos de los vecinos ya tenian sus vidas más o menos encaminadas y yo no tenia ninguna meta en mi vida.
A los pocos años, el martirio de mis padres había llegado a su fin. Claramente, o me buscaba un trabajo con el cual poder mantenerme o me echaban de casa.
Pensé en buscar cualquier trabajo con el que pudiera pagar mis gastos, pero creí que, probablemente no sería un trabajo que me mantubiera toda la vida. Entonces me planteé mi carrera como policía. Eso me conllevava a adelgazar muchísimo. Ya que sino, no podria hacer las pruebas físicas.
Me propuse un reto muy grande en mi vida, pero con el que sabía que ganaría muchísimo.
Hoy por hoy tengo treinta años y tengo mi vida encaminada y una mujer y un hijo con los que disfrutar de todo lo que me rodea, con un ritmo de vida plenamente saludable y equilibrado.
Por suerte, yo tube el sueño de ser policía y por ese motivo adelgacé.
No hay que esperar a sentirse obligado para empezar a comer sano. Hay que hacerlo por el bien de cada uno.
FIN
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